viernes, 26 de octubre de 2012

Destripando Razones

Tomé mi cuchillo, busqué la hendidura entre mis costillas y empecé a deslizarlo hacia dentro. Siento como el acero frío se resbala a un paso simplemente lento, hueso... rozo el hueso... es curioso la herida ya estaba ahí. Es el deseo de darle una razón, de decir, de convencerme que me duele el corazón por el cuchillo que penetra en él (pero me dolía desde hace mucho tiempo). Tal cual explorador derrepente veo por el filo del cuchillo, es como si fuera por alguna extraña razón el cuchillo tuviera ventanas, separo primero piel, grasa, vasos sanguineos, costillas, y al fondo de esa cámara... reinando un hueco que hace mucho que no llena está él: mi corazón. Débil, empequeñesido. Latiendo por inercia, por no más que el instinto de conservación que aún le queda. El filo le abre, apenas le inmuta... paso por dos o tres sueños rotos, veo como pasa por mí ese sentimiento de soledad. Sólo deseo que esto alivie la presión, que esto le de un descanso. Mi corazón exhala... ¿Será el inicio de la liberación?


Empiezo a reconocer las capas, veo la cicatriz de una decepción amorosa. Tiene nombre y fecha, pero no hay problema es el pedacito de hígado que lo sanó (eso explica por qué terminé odiando a mi primer amor). Así van desfilando, siento el latir llenado por la hoja de acero, por primera vez mi corazón abraza a una razón... esto empieza a tener sentido y él lo sabe.

Llego a una cavidad, me usan para sellar algo que tiene mucho tiempo abierto... la sangre pasa, se detiene solo un instante para ni siquiera inmutarse de mi presencia. Desde adentro todo es más claro, esto estaba partido... era solo un nudo de músculo que torpemente servía. De ahí empiezo a seguir la veta donde todo se enfermó, corto... desgrano, son pedacitos que ya llacían en el piso. Oigo en ese enorme hueco el palpitar profundo, dos tamborazos por vez. Algo me quiere decir, esto me ensordece, una y otra vez... lo escucho a través del mango, lo siento como un adiós... es el descanso, ya no hay apariencias de adentro hacia afuera.

Profundo cada vez más profundo... grave, es un sonido grave, pero su periodo empieza a disminuirse.

El silencio empieza a llenar los espacios, hasta que se vuelve total y absoluto después de ese último golpe de energía. Salgo de ahí solo para hacer más grande el hueco por donde he entrado. Al voltear atrás veo el último latido y esa relajación... hay sangre y sueños rotos por todos lados. Esto ya casi termina, extriparlo.

Al cortar arterias y venas se ofrece resistencia nula, el esl acero inoxidable quién brinda la excusa. Al final el corazón se extrae y en su lugar, en ese hueco... se llena la tranquilidad, el aire frío congela la hemorragia. Luego, todo... al final tiene sentido.

1 comentario:

  1. Un escrito muy duro y bien narrado. Hay veces que uno quisiera que fuera así de "fácil" lograr que el corazón ya no salga lastimado por las experiencias de la vida. Pero, retomando, si el corazón no siente dolor, alegría, enojo... ¿Entonces qué sentido tendría vivir?

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