
Hay una mano rosando tus dedos... va y viene con la danza de las olas. Ese contacto con tu palma... ese rose hidráulico va más lejos del medio mojado, es un contacto seco de dos almas. De repente tus ideas se aglutinan a un lado de tu cerebro, logran ver por detrás de su pelo, se llaman, se mezclan y ya no eres sólo tú flotando en ese útero de la naturaleza. Hay electricidad en el agua... y abres bien los ojos y cambias de postura, la buscas... ahí está ella con esos senos coronándose en la isla que es su cuerpo. Respira... inunda tu mundo con su presencia más que el entorno húmedo donde se encuentran. Te acercas en el momento que ella intercambia su horizontalidad por la necesidad de verse de frente. Se abrazan húmeda y tibiamente, embonan el contorno de sus cuerpos en el del otro. Es mágico como su contacto alivia cosas que ni siquiera sabías que ahí estaban. No necesitas mas... a partir de ese momento es dejar el mundo atrás y sólo son ustedes dos.
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