En frente de mí el pueblo, el pueblo viejo. El portón descubre una hilera de cabañas que comparten muros, cuartos de hotel, realmente, pero sus fachadas protegen la intimidad de su diseño como si de casas en un pueblo del viejo oeste fueran. Al centro, el kiosco y junto a él, la iglesia y la cárcel. A mi izquierda, las cabañas de dos pisos que simulan la farmacia, la herrería, el médico, el banco... todo esto en el marco de la cañada que guarda al pequeño pueblo. Simple delimitación de espacio que corta el horizonte y provee de la topografía propia para la pequeña tirolesa de 70 mts de altura.
Como hotel debe guardar historias, de muchas... Cuenta el dueño, un señor que en sus pláticas descubre el mundo que arrastra:
"Una vez, en la cárcel, (la 24) todavía no habíamos metido la luz, sentí claramente como alguien se sentó a la orilla de la cama... no pude abrir los ojos y el peso era suficiente para impedirme mover las cobijas. La recamara oscura tendió la oportunidad para que alguién se sentara en la orilla de la cama y no me dejara moverme"
"Es un tríangulo, desde la iglesia (Suite principal del hotel) pasa por la cárcel hasta la 18, de ahí hasta la 6. Son muchas las historias, mija veía un niño asomarse por las ventanas bajas, se asomaba y se reía... al afrontársele evadía el contacto, corría.
- Papá ¿Con quiénes vendrá un niño muy simpático como de unos 5 años? - No hija, esta crísis ha hecho que no tengamos huéspedes en toda la semana" - Añadió.
Imaginar abrir los ojos y ver a alguien sentado a la orilla de la cama, o un niño que a los pies apoya sus codos y estos descargan el peso de su cabeza: HOLA - y sin respuesta, que sea un niño que solo mira.
Es una obligada de los hoteles, deme la 15... oh, ¿Usted sabe qué pasó en la 15? - ¿Algún lugar de algún crimen? - No, se cogieron a la vecina ayer... le daré la 16 que tiene sábanas limpias.
Si los hoteles hablaran...
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