Soy ecólogo, no ecologista

“¿Estudiaste Ecología? Seguramente elegiste esa carrera porque no encontraste algo mejor que hacer“, “Sé buena ECOLOGISTA y levanta la basura por mí, ese es tu trabajo”.  Blah, blah y más blah.  


Podría escribir un libro con todas esas frases célebres que me han dedicado, sin embargo, son las anteriores las que más me irritan, no sólo creen que soy inútil o me exponen a un sin fin de críticas que caen como tomates a un mal comediante, sino que me comparan con algo que no soy: un ecologista.

La popular creencia de que el ecologista y el ecólogo son la misma persona, o su labor se dirige al mismo fin, ha sido siempre una piedra en el zapato para éste último, pues nada tiene que ver uno con el otro.  No pretendo agobiar a nadie redactando una lista excesiva sobre las características de uno u otro, pero sí especificar ésas que los hacen diferentes. 

El concepto de Ecología se define como la ciencia que estudia a los seres vivos, cómo se relacionan entre sí y con su entorno, entonces, se preguntarán de qué manera los ecólogos aplicamos lo descrito; intentando generar un equilibrio entre sociedad y medio ambiente, ¿cómo?, salvaguardando la estabilidad de las generaciones actuales y futuras por medio de protección hacía los recursos naturales y “servicios ambientales” que nos dan sustento; agua, aire, suelo y biodiversidad (toda forma de vida sobre el planeta), buscamos alternativas para aminorar los impactos que con nuestro estilo de vida generamos, en cambio, un ecologista aplica los resultados de un experto, sin un principio científico y mucho menos una investigación previa.

Puntualizando la diferencia de manera sencilla, un ecólogo es quien estudia y desarrolla la ciencia de la ecología; el ecologista es un aficionado con complejo de superhéroe.

Como profesionista me he tenido que enfrentar muchísimas veces a la idea errónea que otros establecen acerca de mi persona y función, dar siempre la misma explicación terminó por volverse parte de mi deber, ambiciono que las personas conozcan aunque sea una pequeña parte de mi trabajo y dejen ya de compararme con un devoto cualquiera, de ésos que, en forma de protesta, se amarran a los árboles y no comen en días, o aquellos que quieren quedar ante el mundo como titanes y sabelotodo pero no son más que revoltosos pseudocientíficos - con las mejores intenciones del mundo - que no basan sus declaraciones en argumentos objetivos.

Dejen de lado la similitud que supuestamente existe, soy ECÓLOGO, no ECOLOGISTA, no estoy aquí únicamente para recoger basura, cuidar de los animalitos, las plantitas y crear el perfecto mundo feliz, y aunque nada de lo anterior implica que mis acciones carezcan de propósitos amables hacia mi entorno, la diferencia radica en que YO aplico mi conocimiento porque tengo una razón, información fidedigna como respaldo, armas para actuar y los pies sobre la tierra.

Como último punto por aclarar, y que además aplica a cualquier profesionista, es el hecho de que suelo dejar de lado aspectos de mi profesión que puedo aplicar a mi propia vida.

¡Soy humano!