Se me acaban los argumentos
para negarme. Es media noche y él quiere verme, necesita con quien hablar y el
teléfono resulta insuficiente. Está bien, mañana es domingo y un ron con coca-cola
no le cae mal a nadie.
- Trae tu auto, yo no tengo coche y vamos a salir.
- Si, si (¿Qué se está pensando éste loco?), ¿Y a dónde vamos? Si se puede
saber...
- Quiero mostrarte un lugar hermoso, donde el cielo se funde con el mar. Pero,
ven ya, cuelga. ¡No tardes!
De verdad está desesperado, ya quisiera yo misma tener una amiga como “yo”.
¡Uf! Y bueno, tampoco puedo resistirme a conocer el lugar ese, estoy segura que
si él lo dice es verdad. Además (continúan las excusas para justificar mi
pronta respuesta a su llamado), me hace falta un poco de distracción y somos
buenos amigos desde hace tiempo.
Recuerdo aquella noche, la primera vez que me buscó, teníamos poco tiempo de
conocernos. Me dijo que necesitaba un consejo y estaba seguro que yo era la
persona adecuada a quien pedírselo. Nos fuimos a hablar a solas; comenzó a
contarme su problema... ahora que lo pienso, me doy cuenta que era uno de esos
ardides de los hombres. ¡Psht...¡¿Qué más da? Desde entonces se ganó mi
simpatía, sea como sea es astuto y vale la pena.
- Bien. Aquí estamos, sube al auto, no vamos a perder más tiempo, no te quedes
ahí parado. ¡Sube! (Un ligero vistazo) ¿Traes el ron?
- ¡Amiga! ¿Con quién cree usted que está hablando? También le traje una
chaqueta de cuero, pa´ que no le de frío con la brisa del mar. Yo la guiaré,
dele pa´ la playa amiga.
Hemos llegado, es un lugar solitario, obviamente por la hora. Se pueden
observar algunos autos a lo lejos dispersos en las orillas de la playa,
empañados los vidrios... mmmh.
- Traje unos maderos para encender una fogata “mujer precavida vale por dos”.
- Jajajaja, solo a uste´ se le ocurren esas cosas, una fogata en la playa...
- He visto muchas películas quizá jajajaja
Y sí, había visto tantas películas americanas, sin embargo; solo dejé fluir la
situación sin llenar mi cabeza de pájaros, sin propiciar nada.
- Venga, tirémonos en la arena mirando al cielo, observe lo extremadamente
claro que es aquí. Se pueden observar los astros, es el paisaje celeste más
hermoso del año. Ve esas estrellas, es la constelación de Orión y puede verse toda
la noche durante el verano.
- No sé... ¿Cuáles? (Tomando mi mano me indicó, no pude evitar sentir un
estremecimiento.)
- Las nubes de gases y polvo de la Galaxia nos muestran en el cielo como una
franja de zonas brillantes y oscuras. ¿Puedes ver? Esas luces que ves pasar,
son los cometas, si nos quedamos hasta el amanecer veremos a los planetas
Júpiter y Marte, ambos planetas aparecen en el cielo a simple vista. Y eso no
es todo... ¡Venga!
Se levantó apresurado y comenzó a quitarse la ropa, salió corriendo hacia el
mar. Yo no pude disimular mi asombro y angustia, era lógico que la que seguía
era yo.
- Mire los peces como saltan para obtener su alimento, esos se llaman cabrillas
¿Ve como brillan con la luz de la luna?
- Si, puedo ver.
- ¡Métase al agua!
- Noo, “no traje, traje”, como decía mi papá jajaja
- No necesita traje. ¡Encuérese! Nadie la va a ver y se mete al agua.
- Pero, está muy hondo. ¿Hasta donde te llega? Yo no sé nadar.
- Si se mete hasta aquí, mire, me llega al pecho.
- Pero yo soy chiquita y tú muy alto.
- Deme la mano, yo la tendré. ¡Uy! ¿Siente los peces como nos nadan entre las
piernas? ¡Por ese atrevimiento, ahora serán nuestra cena!
- ¿No tienen muchas espinas?
- Si, un montón jajajaja, pero los chamuscaré bien a las brazas no se preocupe.
Nos tiramos en la arena de nuevo a ver las constelaciones. Me cubro con su
chaqueta de cuero. Intenta robarme un beso, y yo siempre digo; “Un beso no se
roba, se comparte o no.” ¿Será éste un beso robado?
- Dime la verdad: ¿Desde cuando te gusto?
- Desde que me dijiste: ¡Hola! Desde entonces no he dejado de buscar el momento
para estar a solas contigo y de desear sentir el tacto de tu suave piel, pero
hasta ahora solo había sido mi sueño.
No hace falta describir la escena, no quiero ni debo hacerlo, solo de pensarlo
se me vuelve a erizar la piel y mi respiración se agita.
- Usté y yo somos amigos, pero, esta noche, conjugada con los astros y lo que
ha pasado entre nosotros. Me autoriza para decir: Te amo... Ahora, ¿Qué me
quieres decir?
No estaba preparada para decir “Te amo”, él no era libre y yo solo era su
amiga. Dejándonos arrastrar por la avidez y el ron ensordecedor, nublamos
nuestra mente. Yo sabía perfectamente a qué habíamos ido a reunirnos en la
playa, cobijados bajo ese cielo increíblemente claro para después de besarnos
tantas veces y amarnos. También estoy segura de que cualquier lugar hubiera
sido perfecto en esos momentos, con él.
- ¿Qué me quieres decir amiga?
- Te amo... (Aún vibrante y sudorosa, nerviosa y con cierta nostalgia que
comienza a aparecer) Quiero pedirte un favor: Ha sido una experiencia hermosa y
nunca lo olvidaré pero mañana, no mencionaremos nada de lo que aquí ha pasado.
- No comience a terminar la noche, por favor. Ahora usté es mía y yo soy suyo,
quiero decir: Te amo y no pienso acallar la voz que nace dentro de mí. Mañana,
como usté me lo manda, no mencionaremos nada. Pero, no quita que yo sienta este
inmenso amor ahora. No me lo prohíba. Yo le debo decir que si Dios me llama a
su lado ahora y me pide cuentas de lo que hice con mi vida, satisfecho le
contestaré: “Bebí todo el ron que quise, nadé a la orilla del mar en pelotas,
hice el amor en la playa bajo el cielo más hermoso con la mujer de mi vida y me
acosté cansado en la arena a mirar las estrellas”
Me abrazo a su pecho nuevamente y el sueño me vence. Nos quedamos dormidos, no
miraremos aparecer Júpiter y Marte, pero esta noche... he visto desaparecer
entre un manto de terciopelo negro y diamantes como una estrella fugaz, los
vestigios de una hermosa amistad. Tal vez se convierta en algo mejor, tal vez
termine todo. No lo sé, pero no tengo miedo...
Ahora puedo decir que en mar, en ese momento... había algo más que Sólo Agua.
ResponderEliminarUn agradecimiento a usted, que nos sigue dando material cuando a algunos nos falta el tiempo.