
- Trae tu auto, yo no tengo coche y vamos a salir.
- Si, si (¿Qué se está pensando éste loco?), ¿Y a dónde vamos? Si se puede
saber...
- Quiero mostrarte un lugar hermoso, donde el cielo se funde con el mar. Pero,
ven ya, cuelga. ¡No tardes!
De verdad está desesperado, ya quisiera yo misma tener una amiga como “yo”.
¡Uf! Y bueno, tampoco puedo resistirme a conocer el lugar ese, estoy segura que
si él lo dice es verdad. Además (continúan las excusas para justificar mi
pronta respuesta a su llamado), me hace falta un poco de distracción y somos
buenos amigos desde hace tiempo.